Amiguets i amiguetes
Avui he estat a la
clínica dental i el llum per a il·luminar la meua cavitat bucal em semblava el
cap d’un insecte, dos circumferències de llum es reflectien en ambdós espills
ovalats composats de múltiples formes poligonals, tot estava encastat en una
semiesfera blanquíssima coronada per dues anses que se’m feien com unes antenes
que oloraven i percebien la meua temperatura emocional.
Quan ha començat la
neteja bucal, el soroll agudíssim i vibrant dels ultrasons destruint les
plaques de tosca que tant de temps costen de fer, m’ha semblat com el
llenguatge en que es comuniquen els insectes, i de sobte m’he recordat de
Gregori Samsa transformant-se en escarabat dins del cap de Franz Kafka, i he
pensat en si la humanitat sencera ens estàvem transformant en artròpodes i
crustacis, i la Tècnica dental, una jove simpatiquíssima, era una amable
coleòptera furgant amb les seues potes en els meus espais interdentals. I jo
tot estirat a la còmoda i ergonòmica butaca dental ja era un parotet penjat
d’un jonc a la vora d’una bassa.
El carrer era ple de
formigues de totes mides i colors treballant sense descans, hi havia llagostes
botant per damunt dels edificis, libèl·lules brunzint suspeses en l’aire, laborioses
abelles cercant fonts de sucre, el soroll de milers d’aletejos d’infinits
dípters omplia el cel que trencaven les vespes com reactors de franges grogues
i negres...
I raonaven com a insectes.
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Sí, exacte, el no res. Us
imagineu viure sense cap idea rodant pel cap? Cap paraula ressonant pel
cervell? El buit intel·lectual? Només un mapa de sorolls instintius, com el
gemec quan sospirem o el crit quan ens esglaiem o el bufit de l’orgasme.
Sorolls que connecten directament amb el nostre registre emocional, sense
conceptes intermediaris, sense filtres morals.
Em submergeix en eixe
univers de sorolls sense judicis que només activen emocions i accions. La
existència es simplifica a allò bàsic: fam, por, son, desig sexual. Aquests són
el fils que mouen la vida dels insectes en la meua abstracció mental, o són el
fils que mouen la meua i m’estic refugiant darrere d’aquesta excusa
pseudo biològica per a concloure que només això és l’important? És igual, és
agradable deixar-se anar per aquesta imaginada realitat sense valors ètics on només
ens guien les accions instintives.
De sobte la simpàtica Coleòptera
em diu que ja havíem acabat, de sobte el soroll va prendre forma de paraula i
amb tot el seu significat va envair el meu ensomni com un torpede penetrant la
mar i alterant el seu equilibri de sons esmorteïts i de vaivens d’ones i
marees. Tota la estructura de conceptes i significats va reviscolar com l’au
fènix i tot el meu pensament es va omplir d’arguments i valoracions.
Vaig abandonar la sala
polidíssima i blanquíssima mirant de cua d’ull la butaca buida i el llum apagat
com si observara un exoesquelet abandonat després de la metamorfosi. Vaig recuperar
la actitud humana, vaig donar les gràcies, vaig pagar i vaig eixir al carrer.
Per un instant no vaig poder evitar veure’m envoltat d’insectes de tota mena,
buscant menjar olorant-ho tot, barallant-se sense saber perquè, refugiats dins
d’una crisàlide, fornicant atrets per una flaire i un so irresistibles. Un
brunzit va recórrer el meu engonal, era el mòbil que encara estava en silenci i
que em reclamava al món dels homo sapiens sapiens.
Salut i bestioles
Per cert, tot aquesta
desbarrada va ser sense anestèsia, i gràcies a això us puc assegurar que,
encara que no ens ho semble quan som menuts, els insectes també senten dolor.
La telefonada era d’una
oferta de felicitat per cable, renovable.
Amiguitos y amiguitas
Hoy he estado en la clínica dental y la lámpara para iluminar mi cavidad
bucal me parecía la cabeza de un insecto, dos circunferencias de luz se
reflejaban en ambos espejos ovalados compuestos de múltiples formas
poligonales, todo estaba empotrado en una semiesfera blanquísima coronada por
dos asas que se me hacían como unas antenas que olían y percibían mi
temperatura emocional.
Cuando ha comenzado la limpieza bucal, el ruido agudísimo y vibrante de los
ultrasonidos destruyendo las placas de sarro que tanto tiempo cuestan de hacer,
me ha parecido como el lenguaje en que se comunican los insectos, y de repente
me he acordado de Gregorio Samsa transformándose en escarabajo dentro de la
cabeza de Franz Kafka, y he pensado en si la humanidad entera nos estábamos
transformando en artrópodos y crustáceos, y la Técnica dental, una joven
simpatiquísima, era una amable coleóptera hurgando con sus patas en mis
espacios interdentales. Y yo tumbado en la cómoda y ergonómica butaca dental ya
era una libélula colgada de un junco al borde de un charco.
La calle estaba llena de hormigas de todos los tamaños y colores trabajando
sin descanso, había saltamontes saltando por encima de los edificios, libélulas
zumbando suspendidas en el aire, laboriosas abejas buscando fuentes de azúcar,
el ruido de miles de aleteos de infinitos dípteros llenaba el cielo que rompían
las avispas como reactores de franjas amarillas y negras...
Y razonábamos como insectos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Sí, exacto, la nada. ¿Os imagináis vivir sin ninguna idea rodando por la
cabeza? ¿Ninguna palabra resonando por el cerebro? ¿El vacío intelectual? Sólo
un mapa de ruidos instintivos, como el gemido cuando suspiramos o el grito
cuando nos asustamos o el soplido del orgasmo. Ruidos que conectan directamente
con nuestro registro emocional, sin conceptos intermediarios, sin filtros
morales.
Me sumerjo en ese universo de ruidos sin juicios que sólo activan emociones
y acciones. La existencia se simplifica a lo básico: hambre, miedo, sueño,
deseo sexual. Estos son los hilos que mueven la vida de los insectos en mi
abstracción mental, o ¿son los hilos que mueven la mía y me estoy refugiando
detrás de esa excusa pseudo biológica para concluir que sólo eso es lo
importante? Es igual, es agradable abandonarse por esta imaginada realidad sin
valores éticos donde sólo nos guían las acciones instintivas.
De repente la simpática Coleóptera me dice que ya habíamos terminado, de
repente el ruido tomó forma de palabra y con todo su significado invadió mi
ensueño como un torpedo penetrando el mar y alterando su equilibrio de sonidos
amortiguados y de vaivenes de olas y mareas. Toda la estructura de conceptos y
significados resurgió como el ave fénix y todo mi pensamiento se llenó de
argumentos y valoraciones.
Abandoné la sala limpísima y blanquísima mirando de reojo la butaca vacía y
la luz apagada como si observara un exoesqueleto abandonado después de la
metamorfosis. Recuperé la actitud humana, di las gracias, pagué y salí a la
calle. Por un instante no pude evitar verme rodeado de insectos de todo tipo,
buscando comida oliéndolo todo, peleándose sin saber porque, refugiados dentro
de una crisálida, fornicando atraídos por un olor y un sonido irresistibles. Un
zumbido recorrió mi ingle, era el móvil que todavía estaba en silencio y que me
reclamaba al mundo de los homo sapiens sapiens.
Salud y bichos
Por cierto, todo este desbarre fue sin anestesia, y gracias a eso puedo
asegurar que, aunque no nos lo parezca cuando somos niños, los insectos también
sienten dolor.
La llamada telefónica era de una oferta de felicidad por cable, renovable.